Saltar navegación

Quédate en tierra (turismo sostenible)

El boom del turismo y el crecimiento excesivo de visitantes a determinados lugares del planeta, lejos de producir desarrollo y el reparto equitativo de la riqueza en las poblaciones locales, conduce a problemas derivados de un excesivo número de visitantes. Píldora ambiental para descubrir que otra manera de viajar es posible.

Cicloturismo

¿Por qué trabajarlo en el centro?

Si nuestro proyecto educativo apuesta por la sostenibilidad en el centro, la ciudad y por ende, del planeta, no podemos continuar estigmatizando al turismo como sinónimo de volar a la otra punta del planeta. Basta con utilizar cualquier buscador online y si preguntas dónde hacer turismo, nos envían a “enclaves explosivos de biodiversidad” pero a la otra punta del globo. Si queremos mantener el equilibrio del planeta, tenemos que apostar por lo local, por permanecer en tierra. Nuestra propuesta puede abordar distintas materias sin tener que irnos muy lejos. Podemos apostar por integrar las ciencias sociales, Biología y Geología, Historia, Lengua, Matemáticas... para dar pie a la reflexión, la imaginación y a invitar a pensar con autonomía: ¿y si planificamos un viaje sostenible? ¿Cómo sería?

Propuesta de trabajo en los centros.

Nuestra invitación es que prepares un “viaje virtual sostenible y original” basándote en este decálogo: La premisa es que diseñes, inventes o imagines un viaje con las siguientes premisas:

  1. Asegúrate de que tus compras y actividades turísticas tengan un impacto positivo vayas donde vayas. Olvídate de las grandes cadenas y utiliza el pequeño negocio.
  2. Replantéate unas vacaciones cerca de tu casa. Ponte en el lugar de las personas que vienen a tu ciudad ¿qué se están llevando/ dejando en ella?
  3. Viaja despacio, tómate tu tiempo para descubrir y curiosear, por ejemplo: viajando en tren, bus, bicicleta o mejor aún, caminando.
  4. Visita menos lugares y quédate más tiempo en uno. Dedica tiempo a conocer la riqueza de su gente ¡habla con ella!, de su historia, de su diversidad biológica, faunística y geológica. Investiga las relaciones entre pueblos cercanos.
  5. Olvídate de hacer “vuelos con escalas” y quédate cerca del sitio donde has viajado, para reducir las emisiones de carbono.
  6. Live it REAL! Experimenta la cultura local e intenta comer, vivir, experimentar cómo lo hace la comunidad local. Ayuda a la economía local y muévete sostenible: camina, usa la bici.
  7. ¿Habías pensando en los residuos que dejas cuando viajas? Plantéatelo así: si cuando viajas tú única aporte al lugar es la basura, piensa el impacto de tu visita.
  8. Que tu viaje deje sólo “huellas de arena”, no en el planeta: se consciente del impacto que puede dejar tu viaje. No caigas en el Greenwashing.
  9. Busca alojamiento que sea sostenible.

¿Otra manera de viajar es posible?

  • ¿Y si dedicamos nuestro tiempo libre a ayudar a otras personas? Descubre los viajes solidarios.
  • Desplázate en un medio poco contaminante como son los trenes. En OpenRailWayMap están todas las líneas ferriviarias del mundo.
  • Cicloturismo: cada año, muchas personas se unen para viajar en bicicleta.
  • Eurovelo: 17 grandes rutas europeas para viajar en bicicleta.
  • Todos los carriles bici del mundo cartografiados.
  • Biela y tierra: proyecto cicloturista que muestra cómo podemos afrontar los retos de la agenda 2030 dentro de nuestras fronteras.

 

Bibliografía.

Movimiento Stay grounded

Conferencia sobre el decrecimiento de la aviación COP 25

Geolocalizador de vuelos mundiales

Vuelos insostenibles

El espejismo de la aviación verde

Costas (Greenpeace)

Estudio: impacto del turismo en el cambio climático

¿Por qué tenemos que poner fin al turismo depredador?

El boom del turismo y el crecimiento excesivo de visitantes a determinados lugares del planeta, lejos de producir desarrollo y el reparto equitativo de la riqueza en las poblaciones locales, conduce a problemas derivados de un excesivo número de visitantes. La población local sufre consecuencias directas, en muchos casos permanentes, sobre su estilo de vida y donde el acceso a servicios básicos puede verse superados en capacidad. Por otra parte los servicios de atención al turismo, desplazan a aquellos destinados a cubrir las necesidades básicas de las personas residentes, lo que unido al alza de los precios del mercado inmobiliario, termina por desplazar a vecinos y vecinas a otras áreas, dejando los espacios como meros parques temáticos, lejos de aquella autenticidad originaria que era precisamente la que atraía a los turistas.

La transformación social y urbana producida por la masificación del viaje, muestra una serie de reflexiones sobre el turismo contemporáneo y su incidencia sobre los lugares que lo atraen. En nuestra sociedad del 2020 ya no nos extrañan conversaciones como: “me voy este fin de semana a Marrakech, conseguí un billete por menos de 20 euros” o “ ¿y este verano dónde vas de vacaciones, Asia Menor o Sudamérica?”. Pero: ¿realmente nos estamos planteando las repercusiones sociales y ambientales que tiene este nuevo estilo de vida de las personas que habitan en la parte privilegiada del planeta? ¿Cómo vive la población local en destino? ¿Tienen acceso a recursos básicos y universales? ¿Estamos contribuyendo a gentrificar esos lugares? ¿Cuál es la huella de carbono que dejo en ese viaje? ¿Cómo contribuyo a la globalización de las mercancías? ¿ y si pensamos en los residuos? Da igual que vayas con un paquete de vacaciones cerrado o a buscar pingüinos, el hecho de que viajar a la otra punta del planeta lo hayamos normalizado, nos desvela el potencial de una industria que sólo enmascara intereses económicos y vaticina desastres socioambientales.

La industria olvidada: la aviación.

Cada año, llegan a nuestro país más de 80 millones de turistas (Fuente: INE). Cada día 120.000 viajes en avión surcan el cielo, 341.000 millones de litros de combustible fueron quemados en 2017 (Fuente: ABC).

Los aviones además emiten otras sustancias, a parte del CO2, haciendo que el impacto real de la aviación sobre el cambio climático duplique el efecto del CO2 por sí solo.

Hace dos décadas, volar era algo especial, pero a día de hoy, en el Norte global, es totalmente normal coger un vuelo para ir a pasar el fin de semana. Las nuevas dinámicas de trabajo han ayudado contribuir a la existencia de estos “vuelos baratos” e incluso el transporte de mercancías ya se hace por avión. Es decir, que la aviación produce una significante parte de las emisiones totales de efecto invernadero, a pesar que sólo el 10% de la población es la que vuela. Este privilegiado modo de transporte realmente perjudica: a los residentes expuestos al ruido y a partículas de polución, destrucción del ecosistema local por no destacar la población a la que está afectado realmente esta crisis climática: el sur global. Todo esto irá a peor si no ponemos freno ahora, puesto que está previsto que las emisiones de la aviación se cuadripliquen antes de 2050.

El queroseno, además, es un combustible que no está sujeto a desgravaciones fiscales en el circuito del transporte. No olvidemos que el queroseno es petróleo, y el petróleo hay que extraerlo y transportarlo y eso conlleva muchos problemas sociales y ambientales.

Las costas

La costa alberga ecosistemas de gran valor y una gran biodiversidad, pero también es una zona estratégica especialmente codiciada que ha sido objeto de múltiples agresiones por la actividad humana.

Los ecosistemas costeros proporcionan al ser humano bienes y servicios ambientales claves para el desarrollo económico y social, como seguridad alimentaria, I+D o turismo. También son la tabla de salvación para adaptarnos a los impactos del cambio climático en el litoral, en un contexto de eventos climáticos extremos: generan lluvias para frenar el avance de las sequías, al tiempo que funcionan como amortiguadores de inundaciones y controlan la erosión del suelo. El bienestar de millones de personas depende de los ecosistemas costeros, y los bienes y servicios que nos proporcionan son básicos para el sustento de la vida humana.

Pero tras décadas de desarrollo inmobiliario en el litoral, la ocupación de la primera línea de costa ha sido masiva. Sólo en España, casi la mitad de la población vive en la costa, aunque que sólo supone el 8,8% de la superficie total de nuestro país. De las diez mayores ciudades españolas sólo Madrid y Zaragoza están fuera de la franja litoral. Además, los millones de turistas que llegan a nuestras costas incrementan el impacto humano. En 2017 se estima que llegaron a España una cifra récord de 81,8 millones de turistas, que prioritariamente van a la costa. Con tal concentración de población, en una costa con ecosistemas naturales cada vez más mermados, se incrementan las demandas de abastecimiento de aguas, energía, transportes, y la generación de residuos sólidos, aguas residuales y gases contaminantes, que deben regenerar los ecosistemas locales. Esto deja una costa saturada e incapaz de generar los bienes y servicios necesarios para un desarrollo sostenible futuro.

El grado de alerta es importante al tener en cuenta que el sector de la construcción vuelve a estar en auge después de los años de la crisis, según señala el Instituto Nacional de Estadística. No se pueden repetir los mismos errores.

Subir Bajar